miércoles, 15 de julio de 2009

El Codigo Samurai

“Quien es samurai debe, ante todo, recordar constantemente, de día y de noche, desde la mañana cuando toma sus palillos para tomar su desayuno de Año Nuevo hasta la noche de Fin de Año, cuando paga sus cuentas anuales, el hecho de que va a morir.”

Siempre ha habido un marcado interés por conocer todo lo concerniente a la vida y las ideas de aquellos guerreros legendarios del antiguo Japón, cuyo espíritu, en alguna medida, aún vive en el moderno país del sol naciente. Muchas veces se habla del “alma del Japón” como de algo casi equivalente al espíritu de sustentación de los llamados samurais.

Muchas recomendaciones pueden parecer “técnicas” o demasiado específicas a primera vista para quien busca capturar el espíritu o idea más que querer estudiar las costumbres en lo específico de éstas. Sin embargo, el verdadero perfume sólo se halla cuando la flor está viva y completa. Sólo así podemos acercarnos a cómo la vida refleja la VIDA. Desde ese reflejo concreto, riquísimo, es posible capturar un reflejo de lo universal.

Afirma Yüzan que las tres cualidades de Lealtad, Justicia y Valor son esenciales, y lamenta que entre las miríadas de samurais cueste encontrar uno que realmente las posea. Agrega que si bien se cree que la última es más fácil de distinguir que las dos primeras virtudes en la vida diaria en tiempos de paz, no es así, pues el verdadero valor se distingue en cualquier tipo de situaciones.

“El que es nacido valiente, va a ser leal y practicar la piedad filial con respeto a su señor y parientes, y cuando tenga algún tiempo libre lo va a usar para estudiar, y no va a ser extremadamente cuidadoso sobre el cómo gasta cada centavo. Si cree usted que ello implica ser tacaño se equivocará, pues él gastará liberalmente cuando sea la ocasión. Él no hace nada contrario a las directivas de su señor o lo que sea de desagrado de sus padres, por mucho que lo anhelara. Y así, siempre obediente a su señor y a sus padres, preserva su vida con la esperanza de algún día hacer algo meritorio, moderando sus apetitos en el comer y beber y evitando la permisividad en el sexo, lo cual es la peor ilusión para la humanidad, de manera de conservar su cuerpo en salud y fuerza… así entonces el valiente puede ser distinguido del cobarde cuando se sienta sobre la estera en su hogar.”

Todo samurai, por humilde que sea, debe dedicarse a buscar a un instructor y estudiar las artes tradicionales de manera que sepa todo sobre su objeto de estudio. “Pero un mal uso de éste puede llevar a pavonearse y confundir a sus compañeros con incorrectos argumentos que pueden ablandar su espíritu… si un discurso parece correcto… pero sólo se busca en él destacarse personalmente o impresionar… el resultado es el deterioro del carácter y la pérdida del verdadero espíritu del samurai. Ello resulta de un estudio superficial, de manera que los que comienzan no debieran nunca dejarlo a medias, sino perseverar hasta comprender todos sus secretos y sólo entonces volver a su anterior simplicidad y vivir una vida tranquila… pero si quedan a medias en el estudio… corren el peligro de transformarse en pedantes”.

“Un halcón puede estar muriendo de hambre, pero no tocará el maíz” es el antiguo dicho japonés para expresar el sentido del orgullo que debe impedir a un verdadero samurai el quejarse de su situación económica, aunque ésta sea magra.

Al elegir a sus amigos, debe hacerlo sólo entre aquellos que son valientes, que cumplen con su deber, son sabios e influyentes. No se recomienda la asociación con personas por el hecho de gozar comiendo o bebiendo con ellos, pues ello podría llevar a “comportarse en una forma no conveniente a su clase, tratándose sin ceremonial… debe evitarse que se vea como samurai, pero piense como un jornalero…”

Al expresar sus opiniones, debe hacerlo con responsabilidad y después de considerar el asunto adecuadamente, de manera que diga algo que realmente sea útil al que necesita ese consejo, y debe darlo sólo cuando sea requerido, sin interferir en lo que no son sus asuntos.

Debe además inspirarse leyendo sobre la vida de los samurais que hayan alcanzado fama de hacer algo de mérito en su vida, de manera que sea recordado y que su presencia sea valorada y su ausencia rememorada como algo que fue útil.

Como se dijo al comienzo de este trabajo, el samurai debe siempre estar preparado para enfrentar el inevitable fin. Por muy inteligente que haya sido, si no enfrenta adecuadamente el momento final, todas sus previas hazañas habrán sido como agua, y toda la gente decente lo rechazará y estará cubierto de vergüenza.

Cuando un samurai va a la batalla y se comporta como un valiente y obra de manera espléndida es porque está preparado para morir. Y, si desafortunadamente, él y su cabeza deben separarse, cuando su oponente pregunte su nombre debe decirlo inmediatamente de manera clara y fuerte con una sonrisa en los labios y sin signos de temor.

Jan K. Cisar