viernes, 19 de marzo de 2010

No podemos cambiar aquello que no reconocemos que existe

Sincerarnos con nosotros mismos es una actividad en cierto modo complicada pero el dejar de idear excusas y esconder aquello que no funciona es una de las peores y más cobardes actitudes


que podemos tomar.Es lógico que una persona que niega una idea, un problema, una condición, una emoción no puede cambiarlo e incluso puede ser que la cosa se agrave y vaya a más cobrando mucha más fuerza. Le quedará mucho más arraigado en sus hábitos o pautas y cada vez de una forma más poderosa.

Muchas veces tendemos a creer que si negamos la existencia de un problema concreto eso nos puede acarrear un beneficio, cuando realmente estamos cometiendo un error muy grave.

Podemos llegar a mentirnos o engañarnos a nosotros mismos de dos maneras: mediante la afirmación que representa un hecho de forma equivocada, o por omisión. No reconocernos a nosotros mismos lo que hay puede llegar a ser tan peligroso como una falsa representación.

Para evitar esta actitud, el lector tiene que empezar a poner en duda todas aquellas creencias y pautas que tenía como ciertas absolutas. Está bien creer en ciertas cosas, pero mucho mejor está cuestionarlas de vez en cuando y asimilar si nos siguen siendo válidas o no.

Todas las personas tenemos un mecanismo de defensa o protección contra todas aquellas cosas que tenemos catalogadas como imposibles de soportar o admitir. Es como una amnesia selectiva que ponemos en funcionamiento en situaciones o ante acontecimientos concretos. Y no nos damos cuenta de que si no admitimos esas cosas no vamos a poder remediarlas o solucionarlas.

Esta forma de defensa la empleamos diariamente en facetas muy diversas de nuestra vida. Así es capaz de evitar que veamos lo que no deseamos que exista, y así lo logramos. Pero esto nos impide captar situaciones de alarma que quizá si hubieran sido captadas en su momento hubieran tenido mejor solución. Quizá nos hicimos los ciegos ante una relación que hacía aguas desde hacía tiempo o quizá no fuimos capaces de ver el desgaste al que estaba siendo sometida nuestra hija por consumo de drogas, etc.

Nuestra vida tiene arreglo, pero para eso primero tenemos que ser sinceros con nosotros mismos. Lo que conlleva quitarnos la venda y ver con claridad nuestra propia vida. Con esto qué quiero decir: que si vive con miedo lo admita, que si se comporta con hostilidad lo admita, que si vive con gran amargura lo admita, etc. Si algo no funciona hay que cambiarlo.

Esta actitud nos resulta mucho más sencilla de llevar a cabo con las vidas ajenas que con la propia.

Recuerde que los problemas no mejoran con el tiempo, no se puede cambiar aquello cuya existencia no se quiere admitir y recuerde que aquello que usted no quiere admitir irá empeorando hasta que lo haga.
por Harris Bean