Cada día de tu vida parece estar compuesto por miles de momentos en los que ocurren distintas cosas.
Pero, si miras más a fondo, ¿no hay siempre un único momento? ¿No es la vida siempre «este momento»?
Este momento —el Ahora— es la única cosa de la que nunca puedes escapar, el único factor constante en tu vida.
Pase lo que pase, por más que cambie tu vida, hay una cosa segura: siempre es Ahora.
Y ya que no es posible escapar del Ahora, ¿por qué no darle la bienvenida y hacerse amigo suyo?
Cuando te haces amigo del momento presente, te sientes como en casa dondequiera que estés.
Si no te sientes cómodo en el Ahora, te sentirás incómodo dondequiera que vayas.
El momento presente es como es. Siempre. ¿Puedes dejarlo ser?
La división de la vida en pasado, presente y futuro es obra de la mente y, en definitiva, es ilusoria.
Mantener la atención en el Ahora no implica negar las necesidades de tu vida. Se trata de reconocer qué es lo fundamental.
Eso te permite gestionar lo secundario con gran facilidad.
No se trata de decir:
«Ya no me ocupo de las cosas porque sólo existe el Ahora.»
No.
Empieza por encontrar lo que es más importante y haz del Ahora tu amigo, no tu enemigo.
Reconócelo, hónralo.
Cuando el Ahora es el fundamento y el núcleo principal de tu vida, ésta se despliega con facilidad.
Recoger la vajilla, diseñar una estrategia empresarial, planear un viaje...
¿Qué es más importante, el acto en sí o el resultado que quieres conseguir con ese acto?
¿Este momento o algún momento futuro?
¿Tratas este momento, como si fuera un obstáculo por superar?
¿Sientes que lo más importante es llegar a algún momento futuro?
Casi todas las personas viven así la mayor parte del tiempo.
Como el futuro nunca llega, excepto como presente, es un estilo de vida disfuncional.
Genera una continua corriente subterránea de tensión alteración y descontento. No hace honor a la vida que es Ahora y nunca deja de ser Ahora.
Siente la vida dentro de tu cuerpo.
Eso te ancla en el Ahora.
No te responsabilizas definitivamente de la vida hasta que te responsabilizas de este momento, del Ahora.
Esto se debe a que en el Ahora es en el único lugar donde se halla la vida.
El Ahora es como es, porque no puede ser de otra manera.
Ahora los físicos confirman lo que los budistas han sabido siempre: no hay cosas ni sucesos aislados.
Por debajo de las apariencias superficiales, todas las cosas están interconectadas, son parte de la totalidad del cosmos que ha producido la forma que toma este momento.
Cuando dices «sí» a lo que es, te alineas con el poder y la inteligencia de la Vida misma. Sólo entonces puedes convertirte en un agente del cambio positivo en el mundo.
Una práctica espiritual simple pero radical es aceptar lo que surja en el Ahora, dentro y fuera.
Cuando tu atención te traslada al Ahora, estás alerta. Es como si despertases de un sueño: el sueño del pensamiento, el sueño del pasado y del futuro.
Hay claridad, simplicidad.
No queda sitio para fabricarse problemas.
Simplemente este momento es como es.
En cuanto entras con tu atención en el Ahora, te das cuenta de que la vida es sagrada. Cuando estás presente, hay una sacralidad en todo lo que percibes.
Cuanto más vivas en el Ahora, más sentirás la simple pero profunda alegría de Ser, y la santidad de toda vida.
El Ahora es más profundo que cualquier contenido que surja en él.
Cuando entras en el Ahora, sales del contenido de tu mente.
La corriente incesante de pensamientos se apacigua. Los pensamientos dejan de absorber toda tu atención, ya no te ocupan completamente.
Surgen pausas entre pensamientos, espacio, quietud. Empiezas a darte cuenta de que eres mucho más profundo y vasto que tus pensamientos.
Pensamientos, emociones, percepciones sensoriales y experiencias constituyen el contenido de tu vida.
«Mí vida» es de lo que derivas tu sentido del yo; «mi vida» son los contenidos, o al menos eso crees.
Pasas por alto continuamente el hecho más evidente: tu sentido más interno Yo Soy no tiene nada que ver con lo que ocurre en tu vida, nada que ver con los contenidos.
Este sentido del Yo Soy es uno con el Ahora. Siempre permanece igual.
En la infancia, en la vejez, en la salud o en la enfermedad, en el éxito y el fracaso, el Yo Soy
—el espacio del Ahora- permanece inmutable al nivel más profundo.
Habitualmente se confunde con el contenido, y por eso sólo experimentas el Yo Soy o el Ahora levemente, indirectamente, a través de los contenidos de tu vida.
En otras palabras: tu sentido de Ser queda oscurecido por las circunstancias, por la corriente de pensamientos y por todas las cosas de este mundo.
El Ahora queda oscurecido por el tiempo.
Y así olvidas que estás enraizado en el Ser, en tu realidad divina, y te pierdes en el mundo. Confusión, ira, depresión, violencia y conflicto afloran cuando los seres humanos olvidan quiénes son.
Sin embargo, qué fácil es recordar la verdad y volver a casa:
Yo no soy mis pensamientos, emociones, percepciones sensorias y experiencias. Yo no soy el contenido de mí vida.
Yo soy Vida.
Yo soy el espacio en el que ocurren, todas las cosas.
Yo soy conciencia.
Yo soy el Ahora.