VER EL PANORAMA TOTAL, No Sólo un Pedacito
Durante muchos años hemos buscado la verdad, la sabiduría, el conocimiento, los milagros y simplemente una prueba fuera de nosotros mismos. Hemos encendido velas, rezado “Ave Marías” a estatuas, íconos, y literalmente nos hemos perdido en el torrente de todo lo que se ‘supone que es más grande, más santo y más divino que nosotros mismos.
Hemos invocado a los ángeles, los Maestros, los Santos, los espíritus guías, y a nuestros seres queridos que partieron, pidiendo ayuda, su intervención, milagros, los números para ganar la lotería, el número de teléfono de nuestra alma gemela.
A medida que nos acercábamos más y más al 2012 las líneas de comunicación comenzaron a disminuir y fragmentarse. Seguíamos saliendo de nosotros mismos hacia algo ‘mayor que’ nosotros, algo más grande, mejor, omnisciente. Las cartas, emails, llamadas telefónicas, de estas energías ‘más grandes’ seguían disminuyendo. Nos mentíamos a nosotros mismos y nos convencíamos de que nuestro tercer ojo estaba obstruido, que nuestro corazón estaba cerrado y nuestro chakra de la coronilla no funcionaba bien.
Sabíamos que éramos nosotros los que estábamos dañados, teníamos que ser nosotros quienes no podíamos oír las palabras de Dios. Probamos elíxires, aceites, cristales, meditación, lecturas, regresiones a vidas pasadas, y cualquier otra herramienta de la nueva era que estuviera disponible. Todavía no podíamos escuchar la palabra del Señor. Gastamos miles de dólares y cientos de horas probando cada truco que había, tratando de arreglar lo que pensábamos que estaba roto.
Veíamos a otros verdes de envidia que parecían profundos y que lo sabían todo. Tomamos esta hierba y esta vitamina, usamos este color en este día y todavía no podíamos alcanzar un rendimiento máximo. Entonces un día simplemente nos detuvimos. Dejamos de rezar porque nadie parecía responder. Dejamos de meditar porque las visiones no habían llegado en meses. Dejamos de tratar de manipular nuestras vidas. Dejamos de tratar de manifestar los deseos de nuestro corazón, porque nuestro corazón estaba entristecido. Cuando dejamos de esforzarnos tanto, nuestras vidas empezaron a cambiar, poco a poco, día a día.
Empezamos a sentirnos más cómodos en nuestra propia piel. Empezamos a gustarnos a nosotros mismos otra vez. Dios no parecía tan lejano. La vida no era tan difícil. ¿Qué había cambiado? Por fin habíamos cerrado el círculo y nos aceptamos a nosotros mismos, lo bueno, lo malo, y lo que no se podía ver. Finalmente habíamos aceptado el pasado, el presente, y lo que puede venir. Por fin habíamos aprendido a amar interna y completamente, tal como éramos en ese minuto. Pero todavía sentíamos que algo era diferente.
Se había levantado un velo; nos habían dejado en libertad, pero ¿de qué? Nuestras expectativas de lo que se suponía que debía ser eran lo que nos había hecho tropezar todo el tiempo. Vimos todo el panorama, no sólo un pedacito.
Canalizado por Gillian MacBeth-Louthan